lunes, 31 de agosto de 2009

Buenos malos días

Me gusta cuando en las mañanas la claridad incandescente blanca-amarilla del sol entra por la ventana, me acaricia, me calienta el cuerpo y con sutileza me avisa que ya es hora de levantarme aunque siempre amanezca con una sombra en el alma.

José Roberto Coppola

sábado, 29 de agosto de 2009

El hombre no inmediato

Quiero caminar más lento, quiero vivir más lento, quiero pensar más lento. Y no quiero muchas prisas. ¿Para qué? Ahora sólo quiero andar despacio. Quiero frenar la velocidad. Tomar las pausas que me dé la gana. Y continuar, pero lentamente. Quiero devorarme la percepción que da la lentitud ¿Por qué subestiman a la lentitud? Quiero perder el tiempo y a veces hasta derrocharlo. Quiero moverme con ligereza. Quiero tirarme en el piso, grama o alfombra cada vez que me provoque a hacer terapia de piso. Deseo un compás más pausado, más frenado. Quiero ser un hombre más lento. Sin urgencias, sin inmediateces, sin apuros. Quiero que los minutos sean mis aliados y no mis enemigos. Quiero vivir a mi propio ritmo.

José Roberto Coppola

martes, 25 de agosto de 2009

Quiero ser un campeón

Quiero saltar todos los días con el brazo arriba y el puño cerrado y sentirme un ganador.

José Roberto Coppola

domingo, 23 de agosto de 2009

Vertiginosa serenidad

A veces estoy tan sereno que me asusto. Siento una quietud poderosa y me asusto. Respiro y me asusto. Respiro y me llega el vértigo al pensar en tanto sosiego. Respiro. Respiro. La calma no se desvanece y parece perentoria. Son dosis de tranquilidad a las que no estoy acostumbrado. Me agobio. Me asusto. Respiro. Respiro. Respiro...

José Roberto Coppola

martes, 18 de agosto de 2009

Todas quieren ser Marilyn aunque no lo digan

La luz, que entraba por la ventana de su apartamento de Nueva York, invadía casi toda su cama. Yo me acababa de levantar de su "sofá vainilla" como a ella le gusta llamarlo. Mi amiga Carla estaba jugando entre las sábanas a no quererse levantar mientras su esposo estaba en la cocina. Me levanté, agarré mi cámara fotográfica y aún con mi pijama puesta, me paré encima de su cama y empecé a tomarle fotos y Carla se convirtió en Marilyn porque todas quieren ser Marilyn, todas lo son en algún momento. Carla empezó a cubrirse con su edredón y empezó a coquetearle a la cámara. Y pienso en ella y su caminar sedicioso; en Carolina y sus medias panties y zapatos de tacón; en Mary y su pellizcos traviesos; en Silvia con su pestañeo y movimiento de hombros; Olga y su etérea presencia; Andreína y la respiración que nace desde su cintura; María y sus tatuajes de corazón; Mirna y su efusividad desbordada; Magaly y su movimiento de cabello; Ana y sus labios rojos; Mónica y su sutil movimiento de manos; Érika y su voz que envuelve; Deborah y su desacato; Liz y su electricidad en el cuerpo; Adriana y cada vez que enciende un cigarrillo... Todas quieren ser Marilyn, aunque no lo confiesen y aunque a veces no se den cuenta.

José Roberto Coppola

lunes, 17 de agosto de 2009

En la calle con los ojos cerrados

A veces cuando voy por la calle me gusta caminar con los ojos cerrados.

José Roberto Coppola

jueves, 13 de agosto de 2009

No sufras por lo que me hiciste

Lo que único que deseo es que no sufras recordando todo el daño que me hiciste.

José Roberto Coppola

domingo, 9 de agosto de 2009

Las pócimas de la fantasía

Los dos acostados boca arriba en la alfombra de la oficina. Mi amiga Magaly, sobre hojas de papel blanco por su aversión a los microbios y yo sobre la alfombra misma. Estabamos en una terapia de piso. Hablaba yo de que deberían vender en el supermercado o en la farmacia pócimas de la fantasía. Que si un día querías sentirte descarado, ibas, comprabas una y listo. Que si otro día querías sentirte que nada te importara ibas a la farmacia o al supermercado y la comprabas. Debía haber pócimas para todo: para estar alegre, para sentirse como un millonario, para sentirse sexy -alegué que si te tomabas la de sentirte millonario y sexy podías estar ante un cóctel muy peligroso-. Pócimas para no sentir culpa, para sentirte feliz por unos tragos encima (sin tenerlos), para estar en paz, para sentirse desinhibido (puede provocar que te quieras desnudar en cualquier parte), para sentirse rebelde... Magaly hablaba de una pócima para sentirse como cuando cumples años -aunque esta debería tener una advertencia, hay quienes no les gusta cumplir año-. Pócimas para que el trabajo no te pese, para sentirte envidiado, para curar el dolor, para decir todo lo que te provoque -esta debe ser tomada con el conocimiento de las consecuencias-. Unas debían ser activadores de sensaciones y otras un antídoto. En el anaquel debía haber pócimas para sentirse valiente, para pasar inadvertido, para sentirse arrogante, para no sentir miedo, para conseguir la calma... Pócimas para todo, pócimas de la fantasía.

José Roberto Coppola