sábado, 27 de febrero de 2010

Y que la vida siga

Y que la vida siga, y siga y siga y que desde lejos voltee y me salude con nostalgia.

Jose Roberto Coppola

jueves, 18 de febrero de 2010

Terapia en el pasto dorado


En esa vastedad donde se queman los recuerdos y los olvidos. Donde no hay atrás. Donde la vida se posterga. Donde está perdido el futuro. Donde no existen los alrededores. En esas montañas de fuego granate, cobre, rubí que devastan la inminente inmensidad. En esa infinitud donde nada es perentorio, donde todo es perenne. Yo como guerrero del firmamento. Me siento eterno, poderoso. Allí, donde el viento y el cielo te queman calmosamente la existencia, como el sol con desganada pausa ha convertido el pasto en cenizas doradas. A estas alturas donde las nubes casi se pueden mover con el propio aliento. Acá donde poco importa, donde mucho vale, donde lo seco se vuelve feraz, donde se chamusca la piedad, donde arde la voluntad. Lejano, abandonado, entregado. Acá quiero incendiarme con la apatía. Acá me lanzo en la hierba muerta y deseo volverme humo.

José Roberto Coppola

martes, 16 de febrero de 2010

Mi ambición no es pecado

Ya no siento que mis ambiciones sean un pecado.

José Roberto Coppola

jueves, 11 de febrero de 2010

Entre jamás y siempre

Sumiso, jamás; revoltoso, siempre.
Común, jamás; raro, siempre.
Saciado, jamás; fastidioso, siempre.
Permisivo, jamás; invasivo, siempre.
Corriente, jamás; exquisito, siempre.
Fácil, jamás; indócil, siempre.
Conformista, jamás; ansioso, siempre.
Confiado, jamás; curioso, siempre.
Tranquilo, jamás; impulsivo, siempre.

José Roberto Coppola

lunes, 8 de febrero de 2010

Fascinación y modorra

Todavía tengo medio rostro tragado por la almohada y el cuerpo remolón entre las sábanas blancas. La luz de las diez de la mañana que entra por la ventana, invasiva y sin aviso. El no-silencio que se espesa en el aire. Veo las paredes blancas y desafiantes de la habitación, la lámpara con el bombillo gris encima de mi cama, el televisor en votos de silencio. Me protejo con las sábanas, me restriego los ojos, me pongo la mano en la frente. Estoy gobernado por el no-tiempo. Me siento perdido, pero salvado al mismo tiempo. Estoy vencido por una mezcla de fascinación y modorra. Estoy excitado entre el desasosiego. No puedo soltarme de esta trampa del aturdimiento. La serenidad y el fastidio me controla hasta los pensamientos. La calma me oprime y la vacilación me domina. Soy un esclavo de la nada.

José Roberto Coppola