Nos sentábamos en un placita cerca de la oficina. Mi amiga Carla y yo, nos escapábamos por unos minutos del trabajo e íbamos a comprar helado y nos los comíamos mientras hablábamos tonterías. Era nuestro "gelato time", así lo llamábamos. Siempre teníamos una excusa para comernos alguna barquilla de esas de carritos. Era nuestro dulce escape. Nuestro
break para estar solos. Nuestra huida. Un ritual que siempre compartimos al igual que la terapia de piso que inventamos juntos y que consistía en tirarnos en la alfombra de la oficina para soltar disparates sin que nos importara quien pasara -bueno, si sentíamos que podía venir el jefe mayor nos levantábamos azorados-. Pero ya teníamos preparada alguna excusa tonta como que alguno de nosotros se sentía mal o que se nos había caído algo y lo estábamos buscando. Ahora que Carla vive en Nueva York y yo sigo acá en Caracas ya no puedo hacer "
gelato time" con ella. Una vez me preguntó: "¿Cuándo empezamos a ser Carla y José?". No lo sé. No lo sé. A veces cuando me siento solo en la oficina sólo quisiera que ella llegara de repente y me invitara a comer un helado en esa placita como en los viejos y dulces tiempos...
José Roberto Coppola