- No quisiera ir al trabajo, le escribí en el chat a mi amiga Carla.
- No vayas, inventa un excusa, me dijo como si fuese tan fácil.
En ese momento pensé en tener la osadía de ser un irresponsable. Pero no pude. No fui un valiente porque no hice lo que me dio la gana.
- Quiero estar en pijama todo el día. Cuando estoy en pijama soy feliz, le dije
-¿Y por qué no vas en pijama a la oficina como siempre has querido?, me retó.
Esa tentadora idea de ir en pijama a la oficina siempre me dio vueltas en la cabeza.
-Es verdad. Voy a ir en pijama.
Me vestí con un pantalón de pijama, una camisa blanca y un blazer. Mi idea era ir en pijama pero que no se notara. La gente me vio raro, no sé si porque le parecía una locura o porque nunca han tenido el atrevimiento de hacerlo. Sólo mi amiga Magaly se acercó a decirme: "Creo que viniste en pijama a la oficina".
Ese día escribí en pijama en la revista donde trabajo. Me sentía como en mi casa. Ese día fui feliz.
José Roberto Coppola