A veces cuando camino por la calle me detengo sólo para mirar las nubes.
Son tan pocas las veces que veo los atardeceres que cuando me enfrento a ellos nuevamente siento que me he perdido una parte de la vida.
José Roberto Coppola
No tengas miedo, lánzate en el suelo y comienza a observar la realidad desde la horizontalidad.
Como si fuese yo la sombra de mi sombra. Me miro una y otra vez. Pienso sobre lo ya pensado. Ando en mi propio monólogo interminable. Soy mi propio confesor. Me reviso. ¿Qué miro en mí? ¿Encuentro algo? A veces me pregunto si de tanto hablar conmigo he llegado de verdad a conocerme ¿Sé acaso quién soy? Me persigo silenciosamente. Soy mi espía. Me examino. Ando tras las pistas de mí mismo. Me pregunto, me contesto, me confronto. Enciendo la linterna en mis profundidades. Me miro y me digo: te estoy viendo. Me miro y hablo mentalmente con mi imagen en el espejo del baño, en la pantalla apagada de la computadora, con la que aparece en el ascensor, en el vagón del metro, en los vidrios de los carros estacionados en la calle. Estoy detrás de mí. Estoy delante de mí. Me sigo todo el tiempo, pero nunca logro atraparme. Y no sé si me deje.