Sin foco. Sin cercas. Sin lejos. Como el espejo manchado de vapor después de una ducha caliente. Borroso. Borrado. Fuera de enfoque. Aprieto los ojos y todavía no veo venir mi porvenir. Empañado. Sombrío. Trato de borrar el vapor con las manos y este se reproduce en mi reflejo. Incierto. Sin pronósticos. Sin premoniciones. No veo. El espejo sigue sucio. Todo está opaco. Todo está oscuro. Levitan las incertidumbres. Gravitan las imprecisiones. No se ve el horizonte. No me veo yo. Me busco y no puedo rescatarme de mi propia imagen cubierta por la borrosidad y las gotitas de agua. Húmedo. Turbio. No hay un allá. No se asoma un destino. No puedo verlo en mis ojos. El espejo empieza a aclararse muy lentamente... Pero todavía no veo nada. Todavía no.
José Roberto Coppola
4 comentarios:
Yo tampoco me veo, pero supongo que todo es darle tiempo al tiempo...
A veces pienso que es el espejo que me está haciendo trampa...
Me gusta lo que leo, me anoto en la lista de seguidores...
"sin pronósticos" encierra un abismo. Un gusto leerte.
Beso.
Que acertado que es no verse, o verse fuera de foco, porque así estamos todos. Los que dicen verse en alta definición, solo ven una gran mentira, el espejismo que los guía a vivir sus vidas como esclavos.
Un abrazo,
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