viernes, 8 de octubre de 2010

La huida posible

Solté el teclado de la computadora, me levanté de la silla. Abrí la puerta de la oficina, tomé el pasillo, doblé a la derecha, luego a la izquierda y caminé por el largo corredor hasta llegar al ascensor. Esperé a que llegara. Marqué mezzanina. Me monté hasta que se abrió en mi piso. Me salí y luego de caminar un poco más, dejé atrás la recepción. Abrí la puerta y salí a la calle. Caminé una media cuadra, una cuadra, dos cuadras. Mis pasos tenían una automática pasividad. La luz del sol era de un amarillo opaco. Llegué a un punto en que me detuve. No pude seguir. Miré hacia adelante. Miré hacia atrás y vi todo lo que había caminado. Me di la vuelta para ir de regreso al trabajo. Había logrado huir por unos minutos. Era sólo un entrenamiento, una prueba. Ya llegará el día. 

José Roberto Coppola

7 comentarios:

leamsi dijo...

si ya has sido capaz de arrancar (por cierto que envidia casi insana que me das!!)¿porqué paraste?¿porqué no seguir caminando hasta dejar atras todo lo que te asfixia?...
Suerte en el próximo intento, ojalá que haya un próximo intento!!!
salu2

Anónimo dijo...

Sentirse libre. Sin ataduras, de eso creo que se trata este genial post!
Me encanto :)

beso!

Juancho!

Sofía dijo...

me encanto! por un momento sentí que era yo quien caminaba...la próxima hay que cruzar corriendo la avenida sin mirar atrás...sin mirar lo que se deja...es la única forma de huir..creo..

Albert Castillejos dijo...

El camino te está esperando
No pongas obstáculos a tu futuro.

Un abrazo
Albert.C

un pirata dijo...

genial, ganas de todo ello! como sabes encajar situaciones personales..

Georgia SinClaire dijo...

Cuantas snsaciones esconde este post.

:)
Me gustó.
Saludos Don Roberto. jaaja.

Guillôm dijo...

Ahora me acuerdo de vos, el que tiene miedo de olvidarse su nombre..