viernes, 31 de julio de 2009

Yo vencido

Tengo un pequeño abismo metido en el pecho, no escucho los latidos de mi propio corazón, el miedo es una amenaza en mi piel, un escalofrío intermitente recorre virtuoso de arriba a abajo mi columna vertebral, cada tanto suspiro peligro e incertidumbre, me siento vencido, sólo quiero dormir.

José Roberto Coppola

miércoles, 29 de julio de 2009

Estirando la felicidad

He estirado tanto, tanto, tanto a la felicidad que la he convertido en un hilo elástico muy fino que de un momento a otro se va a reventar y me va a golpear con alguno de sus extremos.

José Roberto Coppola

domingo, 26 de julio de 2009

Un cuerpo sin corriente

Y la vida pasa y nada capta mi atención. Nada me distrae. Nada me entretiene. Es como si tuviese una película antirresbalante en la piel que hace que todo rebote. Siento como si los estímulos se hubiesen apagado. Nada me hace estar alerta. Estoy viviendo una vida sin corriente en el cuerpo. Y la vida pasa y nada me motiva. Nada me hace estar capcioso. Como si mis sentidos estuviesen en hibernación. Me asfixio de tanta abulia. Estoy harto. He perdido la sensibilidad. Siento que todo me da menos. Todo me da fastidio. Todo me aburre. Lucho contra esa apatía que se ha instalado en mí viciosa y repugnante. Intento encender otra vez las turbinas de mis aspiraciones, pero ahora no puedo. Y la vida pasa...

José Roberto Coppola

miércoles, 22 de julio de 2009

Esos pequeños deleites

La aceituna de un Martini; las pantuflas en la mañana; un salto en la cama al salir de la ducha con el cuerpo mojado y enrollado en una toalla; dormir con un ventilador; el sonido al morder una manzana; la arena y el bronceador pegado en el cuerpo; el piso frío que se siente con los pies descalzos; una copa de champaña un domingo en la mañana; un libro en un vuelo muy largo; las fotos viejas; un baño de agua fría a medianoche; el ruido del papel de un regalo; una madrugada en Internet; el estreno de una ropa nueva; una canción especial escuchada mil veces; la brisa que entra por la ventana de un carro en movimiento; un día completo en pijama; un masaje; el agua chorreando en la cara un día de lluvia; una postal de alguien querido; la crema chantilly sobre un helado; muchas bolsas de compras sobre la cama; una escapada de la oficina por unos minutos y sin decirle a nadie; una almohada esponjosa; la grama fresca bajo la sombra de un árbol; un bombón; el cuerpo después de haberse estirado; el billete que aparece en un bolsillo de un pantalón sobre todo cuando no tienes mucha plata...

José Roberto Coppola

domingo, 19 de julio de 2009

Los lunes nada me importa demasiado

Los lunes tengo todo el día esa sensación de cuando me despierto en la que no sé qué hora es todavía. Los lunes nada me importa demasiado. Para mí es un día liviano, permisivo, posible. ¡Sí, los lunes son días posibles! Son días en los que nada me agrede. Son días en los que apago automáticamente todo lo que me agobia, fastidia y perturba. Los lunes nada me preocupa particularmente. Son días para el descaro. Son días sin culpa, aunque hayas hecho algo "malo" el domingo. Los lunes son para ser un poco irresponsable. Me entiendo bien con los lunes. Son días lineales, en los que nada me sorprende especialmente y eso me gusta, a veces necesito que nada altere mis sentidos. Los lunes no son para pensar, son para vivirlos, son para pasar por ellos sin que nadie se dé cuenta. Son días para suspirar por las calles, para caminar lento, para no mirar muy lejos. Hay algo aburrido, pasivo e invisible de los lunes que me gusta. Los lunes son dosificados. Me fascinan porque son suaves, quietos, no tienen riesgo. Son un poco cobardes y eso lo adoro en ellos. Me encantan los lunes, pero después vienen los martes a arruinarlo todo.

José Roberto Coppola

miércoles, 15 de julio de 2009

Ella sólo quería sus labios

Ella sólo quería sus labios. Nada más. Sólo lo buscaba para besarlo, para que él la besara, para que ellos se besaran. Ella sólo quería sus besos. Deseaba el roce de sus besos. Necesitaba sentir su boca y su aliento. Ella no lo quería. Ella no lo amaba. Ella no quería enamorarse. Eso lo sabía. Ella sólo quería sus labios. Se había vuelto adicta a su boca, a su humedad, a su lengua. Cuando sentía ganas de sus labios salía a buscarlo, salía a besarlo. Ella sólo quería utilizarlo. Cuando tenía un antojo de sus labios lo buscaba y lo besaba y se dejaba besar y por un rato los labios de él eran suyos y de nadie más. Un día se fastidió de sus labios y de sus besos y no quiso besarlo más. Y entonces no lo volvió a buscar.

José Roberto Coppola

viernes, 10 de julio de 2009

La zozobra siempre se despierta temprano

Aquel día bien temprano, cuando el cielo aún andaba soñoliento, yo estaba enrollado en mis sábanas blancas y frescas como amanecen en las mañanas, mis ojos se abrieron y vieron que todo comenzaba otra vez. Y en mi pecho de nuevo la zozobra, la misma que siempre madruga conmigo en cada despertar.

José Roberto Coppola

domingo, 5 de julio de 2009

Y me encerré en el baño de ese avión y lloré

Y allí estaba yo, llorando en el baño del avión. Con esa tristeza desbordada que no conoce frenos. Tenía la respiración deshecha y el pecho esponjado. La sangre caldeada entre las venas. La cara empañada de desasosiego. Me daba rabia porque no me había ocurrido nada. No sabía qué me sucedía y tampoco quería buscarle razón. No era porque me iba, no era porque regresaba. Era como si necesitaba llorar, simplemente. Y las lágrimas saltaban una tras otra desde el trampolín de mis pestañas. Mi garganta soltaba murmullos de desconsuelo. Allí estaba yo, desahogando la tristeza a miles de pies de la tierra, en las pequeñas dimensiones de ese baño, como son todos los baños de los aviones. Gimoteando con el aire entrecortado. La mejillas, la nariz y los ojos encendidos. Me sentía como una represa a la que no le cabía más tristeza. Y yo suspiraba y cuando creía que venía la calma, los ojos se me cerraban de nuevo y continuaba el desboque. Lloré, lloré y lloré. Por varios minutos, sin motivo alguno, en el baño de ese avión, no hice sino llorar.

José Roberto Coppola