viernes, 31 de diciembre de 2010

El mejor regalo

No hay mejor regalo que el tiempo compartido.

José Roberto Coppola

sábado, 4 de diciembre de 2010

Detente

Allí entre gente que se mueve en la oscuridad de una fiesta, me detengo con la copa de champaña en la mano... Risas, gritos, luces, burbujas, música. Y pienso desde la distancia, en mi soledad. Al rato doy un paso y luego me filtro en el grupo y soy uno más de ellos...

José Roberto Coppola

lunes, 29 de noviembre de 2010

Rendirme, no

Y en una terapia de piso en mi cama, de repente abrí los ojos y pensé: no me voy a rendir.

José Roberto Coppola

viernes, 26 de noviembre de 2010

Ella sólo quería estar enamorada

Allí, ella, con el cabello enredado en la almohada, respiraba con placidez. Soñaba con el amor posible. Ese que le alborotara las razones. Ese que le hiciera doblar su voluntad cuando se ponía terca. Ese que la mimaría en su caprichos. Ese. Un amor. Ninguno en particular. Un amor, nada más. Ella sólo quería estar enamorada.

José Roberto Coppola

sábado, 20 de noviembre de 2010

Cada vez me quedan menos días

Los días se me acaban. No hay vértigo. No hay tristezas. No hay desesperos. Cada vez quedan menos días. Estoy cansado. Estoy en paz. Sólo que el tiempo termina. Y se inicia otro conteo...

José Roberto Coppola

sábado, 13 de noviembre de 2010

Ojos bien cerrados

A veces sólo quiero cerrar los ojos.

José Roberto Coppola

domingo, 7 de noviembre de 2010

Extraviado en mi ventana

Me puse a mirar el cielo a través de la ventana. Leve, provocadora y sediciosa la fresca brisa me hacía mimos. Yo extraviado me quedé pensando.

(Hoy cumplo dos años con el blog)

José Roberto Coppola

jueves, 4 de noviembre de 2010

Lo inevitable

El agua caliente se resbala por mi cuerpo. Cierro los ojos, aunque la luz está apagada. Me gusta tomar duchas en la oscuridad. Cavilo en el porvenir y no lo veo tan claro. Siento que me asalta el ahora próximo. El agua gotea a chorros desde mi cabello, pasa por mi frente, mi cuello y así por toda mi humanidad. Me restriego los ojos. Me sacudo un poco a gotas. El agua rebota en el piso volviéndose eco. Abro los ojos y con las pestañas húmedas miro las baldosas de mi baño y pienso que es inevitable lo inminente.

José Roberto Coppola

domingo, 24 de octubre de 2010

A mi manera

Escurridizo voy haciendo los atajos de mis propios caminos. Me alejo. Intento pisar a mi manera. Y así consigo encontrarme siempre conmigo mismo. Como un errante con camino incierto que encuentra sus certezas en su propio andar. A veces las voces en mi mente ya me hacen bastante bulla como para escuchar a otros. Por eso me abstraigo desde mi silencio. Es un retiro voluntario que busco en cualquier lugar donde me encuentre. Me escucho una y otra vez. Oigo mis convicciones y mis reproches; mis sacrificios y mis felicidades; mis obstinaciones y mis desapegos. Ya con mi propio ruido es suficiente. Ya tengo bastante.

José Roberto Coppola

sábado, 23 de octubre de 2010

Escape en Ipanema

Y allí caminando por la arena dorada de la playa de Ipanema, con el sol anaranjado como cómplice, pensé en esas ganas de escapar que nunca me abandonan.

José Roberto Coppola

lunes, 11 de octubre de 2010

Ya basta

Ya basta. Ya. No más lamentos propios y autoconsuelos. Ya basta de compadecerme en exceso de mí mismo. Ni una justificación más. No más. Nada de excusas. Ya basta de autodefensas. Ya basta.

José Roberto Coppola

viernes, 8 de octubre de 2010

La huida posible

Solté el teclado de la computadora, me levanté de la silla. Abrí la puerta de la oficina, tomé el pasillo, doblé a la derecha, luego a la izquierda y caminé por el largo corredor hasta llegar al ascensor. Esperé a que llegara. Marqué mezzanina. Me monté hasta que se abrió en mi piso. Me salí y luego de caminar un poco más, dejé atrás la recepción. Abrí la puerta y salí a la calle. Caminé una media cuadra, una cuadra, dos cuadras. Mis pasos tenían una automática pasividad. La luz del sol era de un amarillo opaco. Llegué a un punto en que me detuve. No pude seguir. Miré hacia adelante. Miré hacia atrás y vi todo lo que había caminado. Me di la vuelta para ir de regreso al trabajo. Había logrado huir por unos minutos. Era sólo un entrenamiento, una prueba. Ya llegará el día. 

José Roberto Coppola

lunes, 20 de septiembre de 2010

Tiempo para errores

- ¿Cuántos años cumples?, me pregunta.
- 32, respondo.
- No vale, todavía tienes tiempo para cometer errores, suelta como un consejo.

José Roberto Coppola

domingo, 19 de septiembre de 2010

Pequeñas miserias

A veces estoy harto de quejarme de mis pequeñas miserias.

José Roberto Coppola

martes, 14 de septiembre de 2010

Camino sin camino




Camino y camino y camino. Mis pies van y vienen. Me llevan todas las mañanas al trabajo. Me llevan todos los martes, jueves y sábados a mis clases de yoga. Me llevan todos los domingos en la mañana a comprar el periódico y al supermercado. Veo mis pies entre muchos otros en el metro. Los veo fastidiados o impacientes debajo del escritorio de mi oficina. Los veo apenas los bajo de la cama y apoyo en el piso frío de mi habitación. Camino y camino. Veo mis pies corriendo cuando troto. Los veo dejar deslizar la espuma del jabón que va al desagüe cuando me ducho. Cuando bailo hasta el cansancio en una disco. Cuando tienen que saltar un aguacero de la calle en un día de lluvia. Los veo apuntando al cielo cuando hago la posición de la vela en yoga. Camino y camino y camino. Mis pasos van. Siempre van. A veces corro. Mis pies se inquietan y se aceleran. En ocasiones pegan brinquitos cuando estoy feliz. Los veo en zapatos de goma cuando voy a hacer ejercicio en la terraza de mi edificio. Los veo en pantuflas caminar por la cocina. En alpargatas cuando me atrevo a llevarlas al trabajo. En sandalias los fines de semana. En las espadrilles que me traje de Marsella. Camino, camino y camino. Estoy cansado de caminar y no llegar. Quiero cambiar de dirección, de ruta, de destino. Camino, pero no tengo camino. A veces me estoy amarrando las botas de cuero alguna mañana antes de ir al trabajo, y justo al terminarme el nudo, me detengo y pienso en cuándo voy dejar de caminar por costumbre y empezar de una vez por todas a caminar hacia donde verdaderamente quiero.
José Roberto Coppola

viernes, 10 de septiembre de 2010

Desistir

En la resistencia siempre tengo que luchar una segunda batalla, a veces mucho más dura, la de las continuas ganas de desistir.

José Roberto Coppola

martes, 7 de septiembre de 2010

Aquí

Ese mediodía en mi oficina vi cómo mis dedos se paralizaban en el teclado, desprendí la mirada del monitor y recuperé un pensamiento que había estado negando. Me dije: ¿Qué sigo haciendo aquí?

José Roberto Coppola

martes, 31 de agosto de 2010

Aliento

Tumbado de brazos abiertos sobre mi cama en la mañana. Los ojos cerrados. Las pulsaciones suaves. La respiración mansa. Un fugaz abandono y a la vez un pausado encuentro conmigo mismo. El vacío omnisciente. La placidez pura. Y el tiempo elástico se vuelve efímero. Tomo aliento y libero el aire. Abro los ojos. Ahora el vértigo de continuar.

José Roberto Coppola

sábado, 28 de agosto de 2010

30 vanidades, simplezas y extravagancias para ser feliz

Mi amiga Carla y yo, a través de mensajes de texto del celular, hicimos en menos de cinco minutos una lista de 30 cosas que nos hacen felices. 

1 Tomarte fotos con el celular y mandárselas a alguien que quieres.
2 Quedarse con la sal pegada en el cuerpo después de salir del mar.
3 Los cupcakes de Magnolia Bakery en NYC con frosting barely mint.
4 Los panamá Hats, bermudas, sandalias y sombreros. Y la ropa de lino. Las camisas blancas de algodón o gaza sueltas y suaves.
5 Hacer terapia de piso en sitios inesperados.
6 La pasta al olio.
7 Los abrazos de los reencuentros.
8 El risotto funghi.
9 No hacer lo que tenemos que hacer y que todos esperan que hagamos.
10 Espiar al mundo desde tus lentes de sol oscuros (de diseñador, por supuesto).
11 Tomar sol en las azoteas.
12 La champaña rosada.
13 Salir un lunes o un miércoles por la noche.
14 La luz de la mañana que entra por la ventana y llega hasta la cama.
15 La luz de la tarde que se cuela por las persianas.
16 La mantequilla de maní.
17 Mandar todo al demonio aunque sea momentáneamente.
18 La Nutella de frasco y comerla con los dedos.
19 El agua congelada en una botellita plástica.
20 Llegar tarde al trabajo.
21 No contestar el celular de vez en cuando.
22 No decir dónde estás de vez en cuando.
23 Bañarte con agua caliente y luego con agua fría.
24 Las batas de baño.
25 No peinarse.
26 Los mediodías
27 Decir mentiras.
28 Ser impredecible.
29 Escaparte por un rato y que nadie sepa donde estés.
30 Saltar en la cama.


viernes, 27 de agosto de 2010

El único chance

"Él es mi único chance para ser feliz", dijo ella.

José Roberto Coppola

martes, 24 de agosto de 2010

Hombre combustible

No puedo más. No puedo más. Estoy desgastado. Quemé todos mis ánimos. Se ha consumido en llamas toda mi voluntad. No hay fuerza ni ganas. Estoy cansado de poner tanto empeño a todo. Demasiados esmeros sin valor. ¡Ya basta! Tengo que sobreponerme. Primero debo incendiar todos mis pensamientos. Yo puedo. Sólo debo hacer cenizas todas mis energías. Soy un hombre combustible. Qué arda todo. Siempre me hace falta prenderle fuego a todo para empezar de nuevo. Necesito volverme nada y cuando los rescoldos estén apagados levantarme en la polvareda. 

José Roberto Coppola

sábado, 21 de agosto de 2010

La espera

Estoy sentado solo, en la mesa de la cocina, con los codos apoyados y el mentón entre una de mis manos como quien espera algo. Desde esa imperturbabilidad que a veces me asusta veo el piso. Las paredes blancas. La olla sobre la hornilla. La manilla de la puerta de mi cuarto. Pienso en mi cordura. Cierro los ojos. Estoy tan fastidiado que no puedo llorar. Escucho los agites de mi respiración. Me veo solo en la mesa. Pienso en que los sábados por la mañana siempre me resultan devastadores. Siento las gotitas de sudor frío en mi columna. Veo el temblor arbitrario de las persianas de la ventana de la cocina. Veo el enchufe. Veo el techo. Veo el almanaque que está colgado en una de las paredes. Me pregunto qué espero. Me muerdo el dedo índice en una manía que me he descubierto. Cuestiono mi lucidez. Estoy gobernado por una pasiva inquietud. Muevo los pies de manera desordenada debajo de la mesa. El viento hace de nuevo que las persianas prorrumpan  en una melodía desafinada. Me levanto de la mesa a lavar la taza en la que desayuné avena esta mañana. Mi respiración sigue forzosa. Abro el grifo y después de enjuagar la taza veo las burbujitas de agua que se reproducen espontáneas en el desagüe. Y escuchando el agua repicando en el fregadero pienso en que es fácil. Voy hacia la puerta y me asomo por la mirilla. Más allá de ese pasillo deformado que se registra por el vidrio de aumento algo me espera. Yo lo sé. Me recuesto de espaldas en la puerta, respiro con algo de agonía y me vuelvo a preguntar qué estoy esperando.

José Roberto Coppola

domingo, 15 de agosto de 2010

Me veo

Me veo. Me exploro. Quiero buscarme, redescubrirme, reconocerme. Quiero aprender a mirarme sin espejos.

José Roberto Coppola


miércoles, 11 de agosto de 2010

Vértigo

Llegué al apartamento muy tarde en la noche, encendí la luz de la cocina, abrí la nevera para tomar agua, y desde allí volteé hacia el lavaplatos, lo vi vacío y sentí vértigo...

José Roberto Coppola

domingo, 8 de agosto de 2010

El claustro voluntario

La piel no resiste más. Bajo esa susceptibilidad inminente, tibia, inofensiva... hormiguea el desespero. Después de varios días de encierro de potestad propia ya mi piel no soporta tanta condena. Y la voluntad se vuelve suplicio. La obstinación me seduce. Camino entre los pocos metros cuadrados de mi apartamento, abro y cierro la nevera en repetidas visitas, me tiro en la cama a leer el periódico, me siento en la mesa de la cocina a abstraerme en el laptop... Ese aislamiento voluntario ya me extorsiona. La piel me reclama tanto castigo. Me retuerzo en el colchón como un ciempiés, veo la luz del sol desde la ventana de mi cocina, me asomo al espejo del baño para encontrar a alguien más en el apartamento. Las ansias de distanciarme de todo se vuelven solubles con el paso de las horas. Esa reclusión que anhelaba con voracidad se disipa. Soy un ermitaño incómodo y nómada. Me gusta la soledad, pero no me gusta estar atrapado. Fracaso rápido en esa misión de propia deportación. Quizás el retiro no es acá y está lejos, en otra parte. Quiero abrir la puerta del apartamento. Quiero imaginar una opción. Quiero escapar...pero a otro lugar donde no haya nadie.

José Roberto Coppola

miércoles, 28 de julio de 2010

Así eran sus gustos, sus pasiones

"Soy de gustos amplios, pero de pasiones comedidas", dijo ella.

José Roberto Coppola

domingo, 25 de julio de 2010

El indulto

Ella recibió la desilusión con serenidad, como si la hubiese estado esperando en algún momento. Pero no. Nunca estuvo aguardando por ella. Con esas convicciones que se fortalecen en los momentos de mayores infortunios se dio cuenta de su coraje. Resuelta en su determinación sabía que ella era más valiente que la desdicha. Asumiría la infelicidad como una amazona y lloraría con los ojos bien abiertos. Ese mismo amor que le había hecho pestañear más rápido, ahora le había llenado la piel de incertidumbres. En su vergüenza ese mismo amor le pidió indulto a suplicios. Ella no creía en las reivindicaciones; no sabía si lo debía absolver. Estaba segura que podía acabar con todo, no sabía si debía, porque sí lo hacía sería para siempre. Conocía muy bien sus decisiones definitivas. Y estaba confundida entre sus sentimientos y sus reservas. Podía seguir sola. Estaba clara. Eso no la asustaba. Decidió firmar la amnistía porque los latidos de su corazón todavía no se habían desacelerado. Pudo perdonarlo sin aprensiones propias. Estaba enamorada. Iba apostar al amor sin miedo. Pero si la desventura la llegaba a visitar otra vez no se lo perdonaría a sí misma.

José Roberto Coppola

martes, 20 de julio de 2010

Nada ha cambiado

Silencio. Abro los ojos. Todo está en silencio. Me volteo en la cama. Veo la luz que invade perniciosa mi cuarto desde la ventana. La cortina que se mueve liviana empujada por la brisa. Silencio. Cierro los ojos. Respiro. La almohada está fría. Abro los ojos. Y todavía sigo acá. Nada ha cambiado. Nada.

José Roberto Coppola

viernes, 16 de julio de 2010

Polos contrapuestos

Cuando estoy lejos de lo que tengo, estoy cerca de lo que quiero.

José Roberto Coppola

domingo, 11 de julio de 2010

Escapar, tan cerca, tan lejos

La posibilidad de escapar está tan cerca o tan lejos de cómo imagines.

José Roberto Coppola 

viernes, 2 de julio de 2010

Desconectado

Como si en el cableado de mi cerebro no hubiese electricidad. Ninguna. Como si se hubiese quemado el fusible que activa mis pensamientos. Como si se me hubiese olvidado cómo pensar. Ando perdido en la vastedad de esa infinitud que se convierte en la nada. Pareciera que ya no necesitara olvidar porque el cable que me conectaba con los recuerdos ya no tiene corriente. No sé si puedo sentir. No sé cuándo hay dolor en mí. No sé cuándo estoy alegre. El pasado está desaparecido en alguno de los archivos de mi memoria. El presente es fútil. Todo es efímero y perenne al mismo tiempo. Aprieto los ojos, doblo el ceño para intentar rescatar un recuerdo y todo se fue. No está. Ya no necesito olvidar. Vivo felizmente castigado por la inercia. Como si un noble corto circuito me desconectó de quien he sido hasta el momento. Por ratos me siento extraviado. No sé si lo que vivo ahora lo recordaré mañana. No lo sé. Poco sé. Nada sé.

José Roberto Coppola

sábado, 26 de junio de 2010

Insaciable

Me declaro un hombre insaciable.

José Roberto Coppola

martes, 22 de junio de 2010

Hombre musa

Y ella le dijo a él: "Tú eres mi musa".

José Roberto Coppola

sábado, 19 de junio de 2010

No soy presa fácil para la noche

Nunca me ha gustado mucho dormir. No cazo el sueño al vuelo. No soy presa fácil para la noche. Paso horas para poder zambullirme de ojos cerrados en la almohada. Me desvelo de seguido. Soy un noctámbulo irredento. Me rebelo contra las horas de descanso. Me despierto en pausas distendidas y breves varias veces, sin que el fin se asome. Mis fastidios mentales se alborotan en la oscuridad. Soy un vagabundo de la nocturnidad. Cierro los párpados, uso antifaz para dormir, apago la luz. Y nada. El sueño no llega. La paz no llega. Y al final siempre me levanto temprano. Y la madrugada me avisa que estoy vivo.

José Roberto Coppola

jueves, 17 de junio de 2010

La vida gratis

"Quiero vivir la vida que merezco sin que me cueste nada", dijo ella con resolución.

José Roberto Coppola

miércoles, 9 de junio de 2010

El fugaz insomnio de un largo viaje en autobús

Me desperté y me encontré con el rostro recostado en el cristal de la ventana de ese autobús que me llevaría de Marsella a Oporto en un viaje de 23 horas. El asfalto negro de la nocturnidad era un camino que no se acababa fácilmente como a veces no se acaban los pensamientos. Los paisajes eran sólo sombras aciagas en la oscuridad, como restos incendiados por la luz de luna de los que sólo quedaron fósiles cubiertos de cenizas. El insomnio era un fugaz resguardo. El vacío era sobrecogedor. La sospecha una alarma. Y desde la ventana sólo podía ver esa carretera que era un abismo: interminable, triste y que imaginaba fría; gandoleros que iban con el cansancio en la espalda y la melancolía en la mirada en sus viajes solitarios y anuncios que hablaban de ciudades ajenas y de kilómetros inciertos. Sólo sentía el movimiento pesaroso del autobús y el vidrio helado de mi ventana que era enfriado por la brisa furtiva de la medianoche. Ya llevaba en la piel la nostalgia de los viajes infinitos, la pausa certera y letal en los latidos de mi corazón, los impasibles pensamientos de fuga sin culpa y la inminencia del regreso que me asechaba con intermitencia. El autobús seguía su camino largo y eterno y yo acurrucado desde la oscuridad que veía por la ventana volví a otra oscuridad, la de mis párpados cerrados.

José Roberto Coppola

jueves, 3 de junio de 2010

Esas tres cosas que ella sólo a veces quiere escuchar

"Cuando esté de un humor raro, sólo quiero que me digas que no estoy gorda, que soy bella y que me amas", le dijo ella a él.

José Roberto Coppola

viernes, 28 de mayo de 2010

Y de repente

Y de repente me encontré que no estaba pensando...

José Roberto Coppola

domingo, 16 de mayo de 2010

Trasnochado culposo

El día siguiente ando con el alma vacía. Después de una noche de baile y tragos siempre termino igual: con el desconsuelo metido en la piel. Cada vez que me trasnocho me siento culpable. Una culpa incierta y agobiante que se hace vertiginosa, me desorienta y me derrumba. Al salir de ese caos en el que no hay otra droga que los ritmos, las alegrías, las luces, los cuerpos, las copas, la algarabía y el sudor que encierra cualquier discoteca, me enfrento siempre expectante a madrugadas exterminadoras y solitarias de azules imprecisos que me hacen sentir un hombre miserable. Y termino extraviado en los espirales de una vorágine de inexactitudes que distorsionan el gozo en delito. Y me siento condenado. Como si hubiese hecho algo malo. Paso de la felicidad a la ruindad, de la oscuridad cierta a una vaga claridad, de la exaltación al desasosiego. La noche comete sus estafas. Pero aún así no voy a dejar de salir a bailar hasta los trasnochos. Porque finalmente la culpa sólo dura unas horas.

José Roberto Coppola

sábado, 15 de mayo de 2010

Borroso

Sin foco. Sin cercas. Sin lejos. Como el espejo manchado de vapor después de una ducha caliente. Borroso. Borrado. Fuera de enfoque. Aprieto los ojos y todavía no veo venir mi porvenir. Empañado. Sombrío. Trato de borrar el vapor con las manos y este se reproduce en mi reflejo. Incierto. Sin pronósticos. Sin premoniciones. No veo. El espejo sigue sucio. Todo está opaco. Todo está oscuro. Levitan las incertidumbres. Gravitan las imprecisiones. No se ve el horizonte. No me veo yo. Me busco y no puedo rescatarme de mi propia imagen cubierta por la borrosidad y las gotitas de agua. Húmedo. Turbio. No hay un allá. No se asoma un destino. No puedo verlo en mis ojos. El espejo empieza a aclararse muy lentamente... Pero todavía no veo nada. Todavía no.

José Roberto Coppola

jueves, 6 de mayo de 2010

Preceptos de una felicidad posible

Hacer concesiones de tu propia felicidad te convierte en un gran infeliz.

Para ser feliz a veces debes ser egoísta. 

La felicidad no se vende y no se presta, pero tampoco se hurta.


José Roberto Coppola

jueves, 29 de abril de 2010

Vivir cansa

"Vivir cansa"

Vivo cansado sólo por el hecho de vivir. Frágil, sin poderes, vulnerable. Vivir es muy agotador. A mí vivir me debilita como las pausas que te quedan el la piel después del éxtasis. Vivir me desgasta, me tumba, me aniquila. Tener una vida me resulta muy extenuante. Vivir me va erosionando poco a poco... 

José Roberto Coppola

viernes, 23 de abril de 2010

Tendré que aprender a vivir con ello

¿Y si de verdad soy un hombre por naturaleza incómodo?
Yo, libre de culpa.
¿Y si de verdad molesto sin querer a otras personas por ser como soy? 
Que se revisen ellos.
¿Y si de verdad soy un provocador accidental? 
No me importa.
¿Y si de verdad a otros les fastidia mis ganas, mi ímpetu, mi pasión? 
No ando en competencias.
¿Y si de verdad soy un estorbo? 
No me voy a quitar.
¿Y si de verdad algunos me ven como una amenaza? 
Que luchen contra mí.

Si de verdad soy todo eso, tendré que aprender a vivir con ello.

José Roberto Coppola

martes, 20 de abril de 2010

De como dos amigos se escapaban de la oficina a comer helados

Nos sentábamos en un placita cerca de la oficina. Mi amiga Carla y yo, nos escapábamos por unos minutos del trabajo e íbamos a comprar helado y nos los comíamos mientras hablábamos tonterías. Era nuestro "gelato time", así lo llamábamos. Siempre teníamos una excusa para comernos alguna barquilla de esas de carritos. Era nuestro dulce escape. Nuestro break para estar solos. Nuestra huida. Un ritual que siempre compartimos al igual que la terapia de piso que inventamos juntos y que consistía en tirarnos en la alfombra de la oficina para soltar disparates sin que nos importara quien pasara -bueno, si sentíamos que podía venir el jefe mayor nos levantábamos azorados-. Pero ya teníamos preparada alguna excusa tonta como que alguno de nosotros se sentía mal o que se nos había caído algo y lo estábamos buscando. Ahora que Carla vive en Nueva York y yo sigo acá en Caracas ya no puedo hacer "gelato time" con ella. Una vez me preguntó: "¿Cuándo empezamos a ser Carla y José?". No lo sé. No lo sé. A veces cuando me siento solo en la oficina sólo quisiera que ella llegara de repente y me invitara a comer un helado en esa placita como en los viejos y dulces tiempos...

José Roberto Coppola

domingo, 18 de abril de 2010

Así, siempre arbitraria, es la vida

Porque la vida siempre es arbitraria. Está abarrotada de asombros y desconciertos. Su albedrío es esquivo a pronósticos. La vida es indescifrable, impredecible y a veces caprichosa. La vida es furtiva, antojada y temeraria. No da pistas. No anticipa vaticinios. Nunca se sabe que te esperas con ella. Reparte sobresaltos, tretas e incertidumbres. A veces acepta pactos y treguas, pero sólo a veces. Juega con el tiempo sin culpas. No hay manual para descubrir sus espejismos, acertijos y pasajes secretos. Nunca es mansa. Es rebelde. No se deja domesticar. La vida siempre hace lo que le da la gana.

José Roberto Coppola

jueves, 15 de abril de 2010

Una felicidad sencillita

A veces para ser feliz sólo necesito estar envuelto en mi bata de baño de cuadros, tener mis pantuflas puestas y una taza de leche en la mano.

José Roberto Coppola

domingo, 11 de abril de 2010

Quiero que todo pase

Estoy enrollado en una sábana en el medio de la oscuridad y el sudor frío tarda en salir de mi piel. Estoy temblando. Sólo puedo abrazarme yo mismo y esperar a que todo pase. A mi cuerpo parece que se le alteró la gravedad y las lágrimas se me resbalan por el tobogán de mis mejillas entre quejas y lamentos. Sólo quiero comer cucharadas de mantequilla de maní para acabar con este resfriado y esta tristeza. Cierro los ojos. Mi aliento caliente me reseca los labios. Me retuerzo entre la frazada. Me pregunto si soy feliz. Quiero que todo pase. Espero que todo pase.

José Roberto Coppola

viernes, 9 de abril de 2010

Pensamientos sin volumen

Decidí bajarle el volumen a mis pensamientos. 

Necesitaba dejar de escucharme.

José Roberto Coppola

sábado, 3 de abril de 2010

La triste felicidad

Una felicidad con sabor a una conchita de limón encontrada en la crema pastelera; que me anima a dejar la cama desarreglada sin que me pese; que me hace escuchar hasta la anestesia serenatas folky; que me seduce con el vacío nocturno que se ve desde los balcones; que me incita a andar al ritmo pausado de las nubes; que me distrae en caminos de parques abandonados y llenos de hojas secas; que me hace tomar copas frías de vino rosado; que me da ganas de ver películas repetidas y fotos viejas; que me corrompe con siestas arbitrarias y sueño en la oficina; que me da antojos por comer helados y croissantes de almendras; que me tienta a bailar con los ojos cerrados; que hace que me pierda en los atardeceres del color de ciruelas maduras... Una triste felicidad.

José Roberto Coppola

martes, 30 de marzo de 2010

Ella no lloraba en público, pero comía helado a escondidas

Cuando se ataba el pelo en una cola frente al espejo, se sorprendía porque no estaba llorando. Cuando usaba sus lentes de sol no era para esconder su propio drama, ni unas ojeras aciagas, ni unas pestañas empapadas. Cuando hablaba con sus amigos por teléfono no estaba contándole sus tristezas, ni sus penas. Cuando caminaba por la calle pisaba firme, no doblaba los hombros, movía su cola de caballo en un inquieto vaivén y abría bien sus ojos negros para enfrentarse a lo que le venía. Cuando se tomaba un vodka con jugo de naranja a pequeños sorbos en una noche de fiesta con un par de amigos, se asombraba de que no estuviese triste. Cuando tenía reuniones de trabajo y se encontraba hablando de negocios se convencía a sí misma que la vida debía continuar. Cuando reconocía parca y con los labios apretados que se estaba separando, no lo hacía para que quienes la querían se preocuparan sino para participarles que ella estaba bien. Cuando se veía en el retrovisor de su carro no descubría ninguna lágrima escapada. Cuando taconeaba por su apartamento antes de salir, el eco de la soledad repicando en el piso no la derribaba, aunque eso le recordara que ya no estaba él. Lo que ella no sabía era que esa manera de mover el cabello de un lado al otro, esa forma de abrir en alerta sus ojos negros, esa mueca de apretar sus labios cuando hablaba, eran sus formas de llorar. Y cuando de noche iba al freezer por un tarro de helado y le daba cucharadas frente al televisor también estaba llorando, aunque sus mejillas no estuviesen siquiera mojadas.

José Roberto Coppola

jueves, 25 de marzo de 2010

A la espera

Estoy esperando. Sigo esperando. Pero no sé qué estoy esperando.

José Roberto Coppola

lunes, 22 de marzo de 2010

Cuestionario de vida


A veces no sé cómo he decidido vivir la vida. ¿Y cómo la vida ha decidido que yo la viva?

¿Cómo sé si la vida ha sido justa conmigo?

Si nunca soñé con un tipo de vida ¿puedo estar inconforme con la que tengo?

¿Y qué estoy haciendo con mi vida?

¿Estoy vivo?

José Roberto Coppola

domingo, 14 de marzo de 2010

Si ellos supieran que se quieren tanto

Él casi siempre la consiente con el desayuno en las mañanas, ella sin avisarle en ocasiones le regala un beso al ir juntos y de manos por alguna calle; él es capaz de cederle la bufanda que lleva puesta porque ella se antojó de lucirla ese día, ella lo cobija con ternura antes de levantarse a escribir a medianoche o en la madrugada; él le hace mimos juguetones cuando van juntos en el metro, ella le roba su bata de baño para sentirlo siempre en su piel; él la consuela con paciencia en sus más hondas tristezas, ella lo hace reír siempre con algún improvisado disparate; él la abraza protector en los ascensores, ella le hace cara de pucheros cuando quiere que la malcríen... Y aveces de nada de esto se dan cuenta. Si tan sólo ellos supieran que se quieren tanto. 

José Roberto Coppola

sábado, 13 de marzo de 2010

El buen vagabundo

Todo es un dejo. Nada tiene valía. Los instantes se perpetúan con anarquía propia. El futuro es un bostezo. Sólo deseo divagar, abstraerme. Quiero ser un bueno para nada. No quiero servir para nada. No tengo fuerzas para recuperar las fuerzas. La pereza puede sublevar mi más triste condena. No cargo ánimos de rescatar mi ímpetu perdido. Me ha seducido esta vida ralentizada a la que he llegado por indefectible acomodo. Soy un flojo. Soy una buena persona. ¿Lo soy? Soy un discípulo de la benigna apatía. Vivo la impudicia por mostrarme vanidoso y desganado. Me he vuelto un disidente de la voluntad. Soy un sinvergüenza. Soy de noble corazón. ¿De verdad? Estoy resuelto a vivir las desventuras de la vida fácil. Estoy en la militancia del desarraigo del más sutil esfuerzo. Quiero obedecer, solícito y fatuo, a mi propia abulia. A más nada. A nada más.

José Roberto Coppola

sábado, 6 de marzo de 2010

El todo que no es todo

Cuando sentimos que lo hemos dado todo es en realidad cuando no lo hemos dado.

José Roberto Coppola

Dormir poco, vivir poco

-Sabías que los que poco duermen, poco viven...
-Al cabo que no quiero vivir mucho, le respondí.

José Roberto Coppola

miércoles, 3 de marzo de 2010

Tres felices lambucios en Nueva York

La felicidad a veces no cuesta nada, es completamente gratis. Y no está en las alturas, aunque desde el bar del piso 18 en The Standard Hotel, en Meatpacking, New York, con tragos a 20 dólares cualquiera lo piensa y hasta lo duda. Después de salir fascinados por el lugar -la vista es alucinante, la decoración más y las modelos-mesoneras con cortos trajes de gala ni se diga- y sin haber tomado nada -es el precio que debemos pagar los pobres- Carla, Andrés y yo fuimos por la revancha. Estábamos caminando por Meatpacking, cuando vimos que en el piso tres de un edificio había la inauguración de una galería con dos mini bares en los que repartían tragos. Decidimos ir a beber sin pagar. Nos coleamos sin invitación. "Entremos con postura arrogante así no nos pedirán entrada", les dije a Andrés y Carla. Una vez adentro nos movíamos entre socialités, new yuppies y artistas desaliñados, pero sólo éramos unos pillos en busca de bebida fácil. Cada tanto nos acercábamos a los bares a pedirles a los mesoneros otro trago que tomábamos a sorbos mientras veíamos las obras de arte y hablábamos de cómo habíamos conseguido filtrarnos a la galería para beber como unos astutos arrabaleros. Bebimos lo que quisimos y no pagamos nada. La felicidad, a veces, sólo a veces, es bien barata.

José Roberto Coppola

sábado, 27 de febrero de 2010

Y que la vida siga

Y que la vida siga, y siga y siga y que desde lejos voltee y me salude con nostalgia.

Jose Roberto Coppola

jueves, 18 de febrero de 2010

Terapia en el pasto dorado


En esa vastedad donde se queman los recuerdos y los olvidos. Donde no hay atrás. Donde la vida se posterga. Donde está perdido el futuro. Donde no existen los alrededores. En esas montañas de fuego granate, cobre, rubí que devastan la inminente inmensidad. En esa infinitud donde nada es perentorio, donde todo es perenne. Yo como guerrero del firmamento. Me siento eterno, poderoso. Allí, donde el viento y el cielo te queman calmosamente la existencia, como el sol con desganada pausa ha convertido el pasto en cenizas doradas. A estas alturas donde las nubes casi se pueden mover con el propio aliento. Acá donde poco importa, donde mucho vale, donde lo seco se vuelve feraz, donde se chamusca la piedad, donde arde la voluntad. Lejano, abandonado, entregado. Acá quiero incendiarme con la apatía. Acá me lanzo en la hierba muerta y deseo volverme humo.

José Roberto Coppola

martes, 16 de febrero de 2010

Mi ambición no es pecado

Ya no siento que mis ambiciones sean un pecado.

José Roberto Coppola

jueves, 11 de febrero de 2010

Entre jamás y siempre

Sumiso, jamás; revoltoso, siempre.
Común, jamás; raro, siempre.
Saciado, jamás; fastidioso, siempre.
Permisivo, jamás; invasivo, siempre.
Corriente, jamás; exquisito, siempre.
Fácil, jamás; indócil, siempre.
Conformista, jamás; ansioso, siempre.
Confiado, jamás; curioso, siempre.
Tranquilo, jamás; impulsivo, siempre.

José Roberto Coppola

lunes, 8 de febrero de 2010

Fascinación y modorra

Todavía tengo medio rostro tragado por la almohada y el cuerpo remolón entre las sábanas blancas. La luz de las diez de la mañana que entra por la ventana, invasiva y sin aviso. El no-silencio que se espesa en el aire. Veo las paredes blancas y desafiantes de la habitación, la lámpara con el bombillo gris encima de mi cama, el televisor en votos de silencio. Me protejo con las sábanas, me restriego los ojos, me pongo la mano en la frente. Estoy gobernado por el no-tiempo. Me siento perdido, pero salvado al mismo tiempo. Estoy vencido por una mezcla de fascinación y modorra. Estoy excitado entre el desasosiego. No puedo soltarme de esta trampa del aturdimiento. La serenidad y el fastidio me controla hasta los pensamientos. La calma me oprime y la vacilación me domina. Soy un esclavo de la nada.

José Roberto Coppola

domingo, 31 de enero de 2010

El infinito vacío que hay detrás

Y después de tanto caminar y caminar y caminar, me detuve, en un anárquico albedrío, allí, justo bajo ese árbol de ramas dispersas. Las hojas las sacudía la ventisca, la misma que arreciaba con suavidad en mi rostro. Cansado, apoyé una mano en el tronco y cuando traté de ver el cielo a través del follaje una gota de lluvia se zambulló desde arriba hasta mi cara. Intenté mirar atrás y sólo vi un camino infinito y vacío. Suspiré y seguí hacia adelante.

José Roberto Coppola

jueves, 28 de enero de 2010

Y que la vida me arrastre y me deje botado bien lejos

Hoy no tengo ganas ni fuerzas de arrastrar a la vida, quiero que ella me arrastre a mí y me deje botado bien lejos.

José Roberto Coppola

lunes, 25 de enero de 2010

Mi resistencia

Quiero creer que yo puedo. A veces lo creo, otras no. Soy de la resistencia.  Yo quiero ganar esta batalla. Puedo aguantar, puedo persistir, pero no sé hasta cuándo, no sé si valga la pena y en ocasiones no sé si quiera seguir...

José Roberto Coppola

lunes, 18 de enero de 2010

Prófugo

No quiero ser un prófugo de mis propias decisiones.

José Roberto Coppola

martes, 12 de enero de 2010

Soy un corrupto más

No más a mis autosabotajes. No quiero sobornarme más. No puedo dejarme seducir más por tentaciones propias. No debo aceptar más ninguna perniciosa propuesta que venga de mí. No quiero ser más mi corruptor. 

José Roberto Coppola

viernes, 8 de enero de 2010

Las ansias

Me siento voraz y codicioso. Tengo los deseos estremecidos. Cuento con nuevas necesidades en la piel y pretendo satisfacerlas todas. Anhelo, ansío, aspiro. Lo quiero todo y en exceso. Disipado y libertino con las maravillas que me ofuscan. Voy a abusar de mis intenciones. Con desboque, sin frenos. Busco sentirme pleno, henchido, imbatible, poderoso. Estoy ávido por conquistar la felicidad y gozarla sin culpas. Voy a saciar estos ánimos turbados. Ahora tengo ganas expansivas, infinitas, desbordadas. Tengo avaricia de dicha. Quiero vivir la plétora. Perderme en la demasía. Calmaré con sosiego este fresesí que me sacude. Soy apasionado, vehemente, impetuoso, disoluto, egoísta, valeroso. Quiero, quiero quiero. Quiero saldar todos mis deseos.

José Roberto Coppola

lunes, 4 de enero de 2010

Entre deleites y vanidades

Solo quiero vivir de deleites y vanidades.

José Roberto Coppola