domingo, 4 de septiembre de 2011

La grieta

Sí, como una grieta que te resquebrajó por dentro y que sus fisuras se estiran lentamente en caminos arbitrarios rompiéndolo todo para ya nada dejarlo igual.

José Roberto Coppola

domingo, 17 de abril de 2011

Mis miedos atrás

Cada que me volteo para ver hacia atrás es para mirar muy bien mis miedos.

José Roberto Coppola

lunes, 11 de abril de 2011

La tristeza siempre me asalta en el momento más inesperado

Desde una lentitud pasmosa, desde un insoportable desgano doblo la ropa que voy a lavar. Tengo el fastidio metido en la piel. Allí, doblando franelas, boxers y suéteres rompo en llanto. La tristeza siempre me asalta en el momento más inesperado con lágrimas que no tienen contención. Me restriego los ojos para poder seguir doblando la ropa que luego me pondré a lavar. Pero no puedo. Debo aprender a continuar con este vacío. Apoyo la frente en la pared y cierro los ojos para ver si encuentro calma. La angustia se va aquietando y empiezo a recobrar la respiración. Poco a poco. Los pensamientos vuelven otra vez al mismo carril después del desahogo, aunque la zozobra de que la tristeza va a llegar en cualquier instante es una sensación siempre inminente.

José Roberto Coppola

jueves, 7 de abril de 2011

A mi manera

No quiero dar concesiones. Quiero que la vida sea a mi manera. Y no de ningún otro modo.

José Roberto Coppola

viernes, 11 de marzo de 2011

Euforia bajo la ducha

Pego brincos desesperados bajo la ducha y no porque el agua esté fría. Salto, salto, salto para aquietar la electricidad de mi cuerpo. El agua me salpica. Grito, lloro, me lamento por estas ansias, esta zozobra, esta angustia. Tengo rabia. Estoy triste. Me siento cansado. Estoy harto. Me agito bajo el agua intranquilo y sin encontrar calma. Quiero sacarme esta euforia de la piel pero no puedo. Salto, salto, salto. Soy un malcriado. Tengo la ansiedad alborotada. Quiero arrancarme este desasosiego. Lloro como un tonto. Sacudo la cabeza bajo la regadera. Cierro los ojos y hago que el agua me golpee en la cara como en bofetadas. Balbuceo quejidos. Lloro con desgano. Cierro la llaves y me lamento en en el eco de las baldosas. Salgo con mi cuerpo desnudo que chorrea gotas en el piso, me miro al espejo y grito, grito, grito.

José Roberto Coppola

martes, 8 de marzo de 2011

Resistir

A veces resistir no te hace más valiente, sino más cobarde.

José Roberto Coppola

martes, 1 de marzo de 2011

Las tres de la mañana

Abro los ojos. Otra vez. La misma hora. Las tres de la mañana. No puedo dormir. Escucho en el vacío la gota  que cae de la regadera. Veo la luz del baño encendida. Me doy cuenta que tengo la ropa puesta y sin ánimos para quitármela me deshago de ella por completo. Voy a la nevera por un poco de agua. Re greso a la cama. Esta noche será larga. Otra noche interminable. Otra más.

José Roberto Coppola

domingo, 13 de febrero de 2011

No puede ser tan difícil

Hoy quiero empezar de nuevo. Me digo que sí. Es posible. No puede ser tan difícil. Sólo necesito un poco de voluntad. Es todo. Hoy decido que voy a volver a comenzar. Ya basta de tanta abulia. Creo que en mí. Sí puedo. Sí puedo.

José Roberto Coppola

lunes, 7 de febrero de 2011

Bajo las sábanas

A veces, cuando estoy cubierto bajo las sábanas, siento que estoy en mi mayor refugio, pero a veces se vuelve mi mayor abismo.

José Roberto Coppola

martes, 1 de febrero de 2011

Cinco bombones

Quedaban cinco bombones de chocolate en la caja. Sólo cinco. Esos que me regaló mi amiga Fabiola. No me importó que fuesen las diez de la mañana. Imaginé que los bombones me quitarían la tristeza. Me los comí uno a uno. Pero no pasó nada.

José Roberto Coppola

miércoles, 26 de enero de 2011

La tristeza sin fin

-¿Y la tristeza se acaba?
- No, sólo que vas a aprender a vivir con ella.

José Roberto Coppola

jueves, 20 de enero de 2011

Las horas que quedan de los días que quedan

En estos días no quiero que se haga de tarde. Pero las tardes son inevitables. Salgo de la oficina y las horas no se terminan. El vacío se hace más hondo en estos días infinitos que no acaban. Ese vacío insustituible, ese que me hace rechazar los abrazos hasta de la gente que me quiere, ese que me hace mirar por las ventanas buscando lo que no está, ese vacío me anestesia. Debo continuar. Tengo que aprender a continuar. Allí voy, sin muchas fuerzas. En estos días no quiero que nadie más me diga que esto pasará porque no quiero que pase. No deseo que los días pasen. No quiero olvidar. Me duele pensar en que todo se volverá un recuerdo. Lloro frente al computador o frente al espejo del baño. La tristeza me consume y me vuelve lento. La engaño a ratos, pero no por mucho tiempo. Todos los días irremediable llega la tarde para anunciarme que el día aún no se acaba. Salgo del trabajo y la gente que se mueve en todas las direcciones me marea. No siento mis pasos. El vacío se hace aún más profundo. Cierro los ojos en el metro cuando voy camino al apartamento. Y al abrirlos todo sigue igual. Mi respiración se hace más forzosa porque el aire no alcanza para tanto vacío. Llegan las noches que no terminan. Es inminente. Estos días no se acaban fácilmente. Abro la puerta del apartamento con poco ánimos y luego me doy vuelta para girar con la llave la cerradura. Enciendo la luz. La noche apenas comienza.

José Roberto Coppola

miércoles, 19 de enero de 2011

Las dos ventanas

Todo estaba oscuro. Sólo se reflejaba en el piso de la cocina la ventana por la luz de la luna. Me quedé un rato inmóvil parado a la media noche con mi bata de baño de cuadros. Estaba paralizado. No sabía qué hacer. Y volví la mirada a la ventana, no a la que estaba en el piso, si no a la de verdad. A la de la pared.

José Roberto Coppola

martes, 18 de enero de 2011

Días tristes

En días tristes sólo quiero dormir para olvidarme de todo, pero cuando me despierto la tristeza no se ha ido.

José Roberto Coppola

sábado, 8 de enero de 2011

El tiempo tramposo

Es el día a día. El tiempo elástico, infinito y tramposo. Hay horas que trascienden la eternidad y días fugaces, esquivos y rápidos que poco dejan a los recuerdos. Me toca esperar. Tengo que seguir y así me niegue o no tenga ánimos para hacerlo, continúo aunque me detenga. La temporalidad se desvanece y a veces prorrumpe impetuosa. La noche siempre llega. El sol siempre se levanta. Y enredado entre las sábanas, abro los ojos, respiro y ya sé que estoy continuando con la vida.

José Roberto Coppola