domingo, 27 de diciembre de 2009
La paz sea conmigo
lunes, 21 de diciembre de 2009
Cuando algo no me importa es para siempre
martes, 15 de diciembre de 2009
Y habré sido uno de los últimos en oler ese perfume en su piel
jueves, 10 de diciembre de 2009
No sé cómo son mis días
domingo, 6 de diciembre de 2009
A la rueda, rueda...
jueves, 3 de diciembre de 2009
Eso que vuelvo grande
miércoles, 25 de noviembre de 2009
Las búsquedas en los espejos
lunes, 23 de noviembre de 2009
A salirme con la mía
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Cuando la redención parece inasible
lunes, 16 de noviembre de 2009
sábado, 14 de noviembre de 2009
Dos cupcakes a media noche
martes, 10 de noviembre de 2009
Un arco iris en mi cama
jueves, 5 de noviembre de 2009
Desconfío en mí para confiar en mí
lunes, 2 de noviembre de 2009
Hay batallas que no me interesa dar
miércoles, 28 de octubre de 2009
domingo, 25 de octubre de 2009
Días sin sobresaltos
viernes, 23 de octubre de 2009
Las cenizas de los corazones quemados siguen latiendo
domingo, 18 de octubre de 2009
Siempre quiero escuchar mis pasos
jueves, 15 de octubre de 2009
lunes, 12 de octubre de 2009
El cobijo de la oscuridad
miércoles, 7 de octubre de 2009
Ecuación feliz (Post 100)
viernes, 2 de octubre de 2009
Esos ojitos tristes que se balancean como en un columpio
martes, 29 de septiembre de 2009
Mirar hacia arriba
sábado, 26 de septiembre de 2009
La felicidad no hace tratos, la infelicidad sí
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Mi intención
sábado, 19 de septiembre de 2009
A la orilla de un camino errante
José Roberto Coppola
martes, 15 de septiembre de 2009
El día que fui en pijama a la oficina
viernes, 11 de septiembre de 2009
Soy mi propio espía

lunes, 7 de septiembre de 2009
jueves, 3 de septiembre de 2009
Un instante de esa madrugada color lila
lunes, 31 de agosto de 2009
Buenos malos días
sábado, 29 de agosto de 2009
El hombre no inmediato
martes, 25 de agosto de 2009
Quiero ser un campeón
José Roberto Coppola
domingo, 23 de agosto de 2009
Vertiginosa serenidad
martes, 18 de agosto de 2009
Todas quieren ser Marilyn aunque no lo digan
lunes, 17 de agosto de 2009
En la calle con los ojos cerrados
jueves, 13 de agosto de 2009
No sufras por lo que me hiciste
domingo, 9 de agosto de 2009
Las pócimas de la fantasía
José Roberto Coppola
viernes, 31 de julio de 2009
Yo vencido
José Roberto Coppola
miércoles, 29 de julio de 2009
Estirando la felicidad
José Roberto Coppola
domingo, 26 de julio de 2009
Un cuerpo sin corriente
José Roberto Coppola
miércoles, 22 de julio de 2009
Esos pequeños deleites
domingo, 19 de julio de 2009
Los lunes nada me importa demasiado
miércoles, 15 de julio de 2009
Ella sólo quería sus labios
viernes, 10 de julio de 2009
La zozobra siempre se despierta temprano
domingo, 5 de julio de 2009
Y me encerré en el baño de ese avión y lloré
martes, 30 de junio de 2009
La bifurcación
sábado, 27 de junio de 2009
Lo otro que no sé
José Roberto Coppola
miércoles, 24 de junio de 2009
El círculo itinerante de una posible vida
José Roberto Coppola
viernes, 19 de junio de 2009
El escape no inminente
José Roberto Coppola
martes, 16 de junio de 2009
Del otro lado de la tina
José Roberto Coppola
jueves, 11 de junio de 2009
Opinar no es fàcil
José Roberto Coppola
martes, 9 de junio de 2009
Terapia en un helipuerto
jueves, 4 de junio de 2009
domingo, 31 de mayo de 2009
El tobogán que me desafió
martes, 26 de mayo de 2009
Mi depresión pre-viaje
lunes, 25 de mayo de 2009
Mis ganas de no volver
jueves, 21 de mayo de 2009
Esas gotitas
lunes, 18 de mayo de 2009
Decidí no peinarme
viernes, 15 de mayo de 2009
martes, 12 de mayo de 2009
Ese tierno frenesí
domingo, 10 de mayo de 2009
Sucios de arena y chocolate
jueves, 7 de mayo de 2009
El latir de los balcones a la medianoche
domingo, 3 de mayo de 2009
No sé si sobreviviré
miércoles, 29 de abril de 2009
Unos ojos que queman como el hielo seco
lunes, 27 de abril de 2009
Alegre fugitivo
miércoles, 22 de abril de 2009
Con los brazos abiertos
lunes, 20 de abril de 2009
El salto
viernes, 17 de abril de 2009
La anestesia del dolor
martes, 14 de abril de 2009
Midiendo mi velocidad
sábado, 11 de abril de 2009
La vida tiene sus pliegues
martes, 7 de abril de 2009
La mirada en el techo
domingo, 5 de abril de 2009
Una urgencia, un antojo, un capricho
jueves, 2 de abril de 2009
Mi cara en el espejo de los baños de los aviones
domingo, 29 de marzo de 2009
Terapia de un sábado en la cama
El cuerpo tibio de tanto estar en cama. La luz tímida y cálida que atraviesa la ventana. Protegido por mi bata de cuadros grises leo un poco. Anoto una frase en mi cuaderno de citas. Suelto el libro. Me llega un mensaje en el celular. Pienso en leerlo después. Continúo en las páginas del libro y después de un rato cierro los ojos. Apoyo el libro abierto en mi pecho. Abro los ojos, veo la luz tímida y cálida de la ventana y no sé si he dormido seis, dieciocho o cuarenta y dos minutos o si fue un lento pestañeo. Retomo las líneas de mi lectura y luego paro. Me provoca revisar el mensaje en el celular, no me provoca responder. Me vuelvo al libro. Anoto otra frase. Veo la caligrafía con la que he copiado citas durante todo el tiempo que he llevado ese cuaderno empastado de hojas blancas y noto que en un momento mi escritura fue más sosegada, luego se hizo más agitada y ahora se está volviendo como indiferente. Regreso al libro. Suspiro. Mis pensamientos se sedimentan y se pierden en su propia profundidad. Mi cuerpo sigue tibio. Tomo el celular y respondo el mensaje. Miro un rato el techo. Me reacomodo la almohada bajo la nuca. La luz de la ventana tiene ahora el color de una alucinación. Mis ánimos están en reposo. Suspiro. Me muevo cómodo en la cama. Me distraigo en el vacío. Pienso en que me gusta que mi cuarto sea blanco. Mi respiración también está tibia. Retomo el libro, me quedo un rato leyendo. Hago una pausa. Veo la venenosa luz de la ventana. Abro otra vez el libro. Y en eso sigo un buen rato.
miércoles, 25 de marzo de 2009
El día en que me robaron el presente
martes, 24 de marzo de 2009
Ese silencio que escucho debajo del mar
sábado, 21 de marzo de 2009
Una galleta de la fortuna premiada
martes, 17 de marzo de 2009
El amor no le daría otra bofetada
domingo, 15 de marzo de 2009
Mi yo mejorado
jueves, 12 de marzo de 2009
No era el espejo quien la saboteaba
lunes, 9 de marzo de 2009
Esas luces fosforescentes que me gustan en la oscuridad de la noche
viernes, 6 de marzo de 2009
A la salida del metro: el sol. Al final de la tristeza: el sol.
jueves, 5 de marzo de 2009
lunes, 2 de marzo de 2009
Las almohadas de mis insomnios

A veces me quiero hundir en ellas, otras veces las quiero tirar todas al suelo; a veces me aniquilan, otras veces me desgastan los pensamientos; a veces las aprieto, otras veces las abrazo; a veces las utilizo, otras veces las desprecio. Son 11 almohadas en total: cuatro blancas, dos de cuero, una gris, dos de lunares, una amarilla y una negra. Mis almohadas me acompañan en mis días sin sueño de bombillo encendido. Puede que una que otra me estorbe cuando no puedo dormir. Están allí cuando me despierto de madrugada. Siempre terminan alborotadas en la mañana. Son las que me coloco en la nuca cuando me pongo a mirar el techo o intento leer un libro cuando he fallado en mis intenciones de dormirme temprano. Las pateo, las aplasto, las doblo, las deformo. Quisiera que de noche absorbieran todos mis tormentos, todos mis miedos, todos mis delirios. Sé que las maltrato muchas veces. Sé que no puedo estar sin ellas. Son mis grandes amigas en mis madrugadas de insomnio.
sábado, 28 de febrero de 2009
Me confieso culpable

Me confieso culpable de haber ido en pantuflas a la oficina, de haberme comido medio tarro de mermelada en un día, de no arreglar el control del televisor que lleva casi un año dañado, de no ser más disciplinado con mis lecturas, de callar cuando debo hablar, de tener en el clóset ropa que no me he estrenado, de comer mucha sal. Me confieso culpable de no ahorrar porque gano muy poco y porque además me parece aburrido, de llegar tarde al trabajo, de dejar la maleta sin abrir varios días después de haber llegado de viaje, de haberme dormido con la arena en el cuerpo tras un día de playa, de perder el tiempo, de después de comerme las ensaladas tomarme la vinagretas directamente del plato, de ser tan impetuoso, de deprimirme por tonterías. Me confieso culpable de haberme retrasado varias veces en el pago de la tarjeta de crédito, de haber tomado de la nevera agua directamente de la jarra, de quejarme sin necesidad, de no contestar el celular cuando no quiero, de haber mentido, de algunos pensamientos maliciosos, de dejar abierta la llave del grifo del lavamanos cuando me cepillo los dientes, de haberme entregado a la pereza, de olvidarme muchas veces de Dios. Me confieso culpable de ser tan definitivo e intransigente cuando tomo una decisión, de no haber guardado alguna vez uno que otro secreto, de ser un comprador compulsivo, de haberme comido un chocolate gigante en un ataque de ansiedad, de no tener fuerza de voluntad para muchas cosas, de haberme engañado a mí mismo, de ser a veces muy desordenado, de no valorar en muchos casos lo que tengo, de sabotearme a menudo. Me confieso culpable de tantas cosas...
miércoles, 25 de febrero de 2009
jueves, 19 de febrero de 2009
La chica que se preparaba para ser feliz
martes, 17 de febrero de 2009
Me gustan los mediodías
Creo que tiene que ver con el sol que me despierta la piel. Es el calor, es la luz, es la claridad. Los mediodías son magnéticos, energéticos. Tienen esa calidez que electrifica. Me cargan y me activan. Me tonifican los ánimos. Los mediodías son intensos porque el sol reverbera, la luminosidad es ubicua, la incandescencia te obliga a abrir bien los ojos, a estar alerta. Los mediodías es cuando más vivo me siento. Me gustan porque son agitados y revueltos, pero tranquilos al mismo tiempo. Son como modositos pero dispuestos al desenfreno. Me siento bien con su contenida liviandad y mesura. Creo que tiene que ver con el cielo que es como más grande y que su azul es otro, tiene un tono más reposado. Todo es más caluroso, más transparente, más liviano. Hay como inmensidad en ellos, algo entre tórrido y calmado. Tienen como una lentitud incendiaria, esa quietud que desespera las pasiones, que invita al alborotado sosiego, que te estremece la piel y la pone como un radar, su calor da escalofríos. Todo se puede soñar al mediodía . Todo se puede hacer al mediodía. Son más vivaces, me queman los sentidos, me recuerdan que existo. Todas las ideas se me incendian al mediodía. Es el momento más potente del día porque los rayos golpean y acarician de igual modo. Creo que tiene que ver con su rapidez, con que duran poco. Es la temperatura que me enciende el cuerpo, es su austeridad, es su presencia. Me gusta su calurosa pausa, necesito su luz.
domingo, 15 de febrero de 2009
Mi yo radical
miércoles, 11 de febrero de 2009
Me aborrezco
sábado, 7 de febrero de 2009
Un corazón hecho polvo y una escoba
martes, 3 de febrero de 2009
Ella no sabe que es estupenda
sábado, 31 de enero de 2009
Terapia en Bogotá
viernes, 30 de enero de 2009
Salir del apartamento sólo para ir al supermercado, comprar el periódico y botar la basura
martes, 27 de enero de 2009
Enjuágate la cara
sábado, 24 de enero de 2009
De cómo un solitario se pone bronceador en la espalda
Y siempre te quedará un trozo de espalda sin bronceador.
Una de las desventajas de ser solitario es que no puedes aplicarte bien bronceador en la espalda.
José Roberto Coppola
jueves, 22 de enero de 2009
Una vida más fácil
domingo, 18 de enero de 2009
Nunca des tu manual de instrucciones
José Roberto Coppola
miércoles, 14 de enero de 2009
jueves, 8 de enero de 2009
Inventario de mis sospechas
José Roberto Coppola
lunes, 5 de enero de 2009
Terapia en la arena
En una pequeña ensenada donde el viento salado rebota en las rocas, los pelícanos vuelan en picada contra el mar para atrapar algún pez y las olas se estiran lo más que pueden, me anclé de espaldas en la arena fresca que me empapeló la piel. El sol me curtió más pecas. La brisa me lamía el cuerpo. La orilla jugaba a hacerse tirante y volverse estrecha. El agua se envolvía a sí misma entre espuma y espejos y me salpicaba en los pies. El cielo azul, que no le había lanzado anzuelo a ninguna nube, me pescó. Allí, en esa bahía desolada cerré los ojos y me quedé atascado.
José Roberto Coppola
viernes, 2 de enero de 2009
Esto
José Roberto Coppola
¿Qué quiere decir para siempre?
Pablo Neruda